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"I don't want to belong to any club that will accept people like me as a member." Groucho Marx en Groucho and Me (1959).

martes, 14 de diciembre de 2010

that's the way the year ends

Así es como termina el año del Bicentenario, con esa simetría degradada. Hace cien años también la Argentina recibía el aluvión inmigratorio. Lo dice el prólogo del libro que se presenta este martes en el Museo de la Ciudad, Ciudad de Rosario: la mala vida de los trabajadores inmigrantes, que erigió las chimeneas y la pujante industria vernácula fue la bandera con la que la aristocracia rosarina disfrazó sus orígenes esquivos e inciertos. Las muertes en Villa Soldati, los retenes de vecinos en Villa Lugano, que buscan detener la avanzada "boliviana", más la expansión del drama mediático a nivel nacional, traen de nuevo el aluvión al discurso. Según un cable de NA, Evo Morales pidió ayer calma a sus compatriotas en Buenos Aires. Mientras, grupos de vecinos en los que aún se distinguen los rasgos de una desfigurada clase media, montan guardia en las calles de las zonas más empobrecidas de Capital Federal, en alerta ante nuevas oleadas invasoras. Hace cien años, durante la Semana Trágica, fueron los niños bien y el lumpenaje de rigor —lo que hoy son los barrabravas— los que salieron a poner en su lugar a los inmigrantes judíos, italianos, polacos. Cabe señalar, a favor nuestro, que los muertos no llegaron aún a 700, y que se ha democratizado el protagonismo en los progroms contemporáneos.
En la primera foto, de Marcelo Capece (NA), se ve a un grupo de vecinos de Villa Lugano que custodian las calles adyacentes al predio del Complejo Deportivo Albariño, donde se produjeron serios incidentes cuando se apedrearon con los ocupantes del terreno para intentar desalojarlos.
 En la foto que sigue, de Filippo Monteforte (AFP), Silvio Berlusconi, presidente de unos italianos cada vez más eunucos, se burla de sus opositores durante una votación en el Parlamento. Su gesto, despreciable, es también el de quien domina la ignorancia y el miedo de su público.
La última es la foto de Mauricio Macri (tomada por Guillermo Viana, fotógrafo oficial), que viene a decirnos que no hay plan, que nunca lo hubo, que las clases dirigentes nunca tuvieron siquiera planes maquiavélicos, más allá de lo que aprendieron con el contador de turno.
Todas las imágenes pertenecen a este mismo día, uno de los últimos del año del Bicentenario.


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