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miércoles, 7 de noviembre de 2012

daniel garcía's corpus


Daniel García, ya lo dijimos, el mejor artista de Rosario de la contemporaneidad, inaugura este viernes su muestra Corpus en el edificio del ex banco Nación, ahora el Espacio Cultural Universitario (en San Martín entre Córdoba y Santa Fe: cero información en la web).
Por qué nos gusta tanto García es difícil de dilucidar. Qué hallamos ahí es otra cosa: Daniel García ensaya, a veces con la engañosa simpleza con la que usa su nombre, la tarea de darle cuerpo a las "cosas" que pinta. La máxima de Magritte ("Esto no es una pipa"; es decir, es la imagen de una pipa) pierde todo valor acá: García procede como los iconógrafos y practica la iconofilia. "Esto es un cuerpo", podría decir, porque su original se ha perdido.
Pero para qué abundar si tenemos a mano el texto que escribió Daniel (sí, encima Daniel es de los artistas que escriben y, para colmo, escribe de maravillas), donde además encontramos tantas reflexiones familiares en torno al monstruo y lo que muestra. Reproducimos ese texto:

Algunos apuntes sobre Corpus
por Daniel García

“Il existe en nous plusieurs mémoires: le corps, l’esprit ont chacun la leur.” (“Existen en nosotros varias memorias: el cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya.”), Honoré de Balzac, Esther Heureuse

Cuerpos. Y espíritus. Al menos, dos tipos de memorias. En todo caso la cita de Balzac fue, aún antes de haberla leído, el origen de este corpus, de este conjunto de obras, que no constituyen un relato, un discurso. Por un lado, puros cuerpos, “acéfalos y sin falo” como diría Jean-Luc Nancy. Por el otro, cabezas, céfalos (kefalaí [κεφαλαί]), sin cuerpo.


Cuerpos que son una superficie. Una superficie estratificada, con marcas, huellas, una historia, una memoria “hecha carne”, encarnada. Cabezas que son puro registro externo, fotomontajes digitales recomponiendo fotos policiales tomadas de Internet. Una memoria relacionada con el archivo1.

Entre las palabras que Homero utiliza para referirse al cuerpo se halla chrós (χρώς), la piel, considerada como límite del cuerpo. No la piel como sustancia anatómica (esa es dérma [δέρμα]), sino la piel como superficie, como límite externo del cuerpo, pero también la encarnación, el color que la tiñe desde adentro2. El encarnado o carnación es, en pintura y escultura, la simulación del color de la carne que tiñe la piel desde adentro. Chrós era el límite del cuerpo mientras que el encarnado constituyó el límite utópico, en cuanto búsqueda de la perfección, del arte mimético renacentista, “la voce della carne”. La piel del cuerpo y la del cuadro son ambas superficies que revelan su interior, superficies estratificadas que se colorean con el color de lo que está más abajo. Ambos son lugares de una memoria física: los golpes, las heridas, las llagas, las quemaduras, los tatuajes; las pinceladas, los raspados, las manchas, los pentimenti

Cuerpos sin identidad. Los títulos de las pinturas son pronombres en inglés: nobody (nadie), somebody (alguien), anybody (cualquiera). En todos ellos está presente la palabra body (cuerpo), cosa que no ocurre en castellano. El término body, proviene del vocablo botig, en inglés antiguo, que sólo designaba al tronco, sin extremidades. Corpus, por su lado, proviene del griego eólico, de la declinación corpos (κορπος) de la palabra cormos (κορμός), que designaba el tronco de un árbol3. El cuerpo proviene de una mutilación. Es su resultado y su prueba. Corpus delicti.

Un cuerpo corresponde a la exposición. No sólo que un cuerpo es expuesto, sino que un cuerpo
consiste en exponerse. (Jean-Luc Nancy)

Cuerpos expuestos, cuerpos virtuales representados en su exposición, pero también en un cierre sobre sí, como atrapados por la gravedad de un agujero negro interno. Como un puño cerrándose sobre una herida.
Cuerpos en los que la ilusión mimética oscila con el efecto de superficie de la pintura. Vaivén continuo también entre el plano de la tela y el espesor de los estratos de pigmento, entre el presente siempre actualizado de la imagen y el tiempo del proceso pintura.



Identidades sin cuerpo, fotos policiales, sombras. En Homero psyché (ψυχή) es el espíritu, el
aliento que abandona volando al cuerpo cuando muere o pierde su thymós (θυμός) o fuerza vital. Una imagen (eidolón [ειδωλον]), un doble, una sombra (skiá [σκιά]) del cuerpo del cual emana: sólo un sustituto que, en el hecho de su presencia, revela la ausencia del cuerpo. Mientras que el sôma (σώμα), el cadáver, es materia corruptible, psyché es quien mora en el Hades, puro aire o sombra sin sustancia, sin fuerza vital, eternamente sedienta de sangre4, conservando la memoria de quien fuera en vida5, tal como podemos leerlo en el canto XI de la Odisea.

A diferencia de la pintura, que se impone como materia presente, como un cuerpo, y que en esa imposición dice “yo soy”, la fotografía enuncia “esto fue”. Como emanación de lo real que es por principio, constituye metafóricamente una skiá homérica. Tal vez sea un punto de vista personal, pero siempre he sentido, como dice Barthes, “ese algo un tanto terrible que hay en toda fotografía: el retorno de lo muerto”.

Para este trabajo utilicé, alterándolas, fotos de rostros femeninos. Fotos de arrestos policiales de Estados Unidos que se publican en Internet (mugshots), seleccionadas por la calidad de imagen y por el pathos sobreimpreso en el rostro. Son claramente la presencia de una ausencia, y, con una angustia similar a aquella de Ulises ante la sombra de su madre, nos llevan a reclamar el cuerpo. Hábeas corpus.

En el proceso de trabajo, estos “dobles”, estas “sombras”, se convirtieron en sirenas, que en las representaciones artísticas más antiguas de Grecia aparecen vinculadas con el culto de los muertos. Las antiguas sirenas griegas eran aves con cabeza, o con cabeza y busto, femenino. En las fotos, en el video, solo podemos ver los rostros, pero en ellos mismos ya está la “monstruosidad”6, la hibridez: para que no fueran identificables utilicé partes de distintos registros fotográficos para componerlos. Aunque probablemente la monstruosidad preexistiese, tal vez todo rostro que nos fascina es una cabeza de Medusa.

La hipnótica pero irritante música que acompaña al video está compuesta de voces femeninas y cantos de aves procesados y en cierto modo se vincula con la otra denotación de la palabra sirena, la de la señal de alarma cuyo sonido, obviamente, deriva del funesto canto de las mujeres aves.


1. Si rascamos en los estratos del lenguaje encontraremos que arjo (ἂρχω), palabra que está en la raíz de “archivo” y significa “yo soy el jefe”, ”yo mando”, no está lejos de kefalé (κεφάλι), cabeza, pero también “jefe”.
2. De esa raíz derivan chroma, chromatos y todas las palabras relacionadas con color y colorear.
3. Y que a su vez deriva de un verbo que significaba cortar. El tronco era lo que quedaba al cortar el resto
4. Se cree que originariamente thymós era el vapor que emanaba de la sangre caliente.
5. Pero necesita beber de la sangre para poder recordar y relatar.
6. El aviso, la advertencia, según la etimología de la palabra. Monstrum y monstrare están relacionados con monere (advertir). Hay una antigua tradición de los monstruos como presagio de un acontecimiento o de un prodigio futuro, como signos de una catástrofe o de un mensaje divino. 

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